
La montaña del Tibidabo es la frontera de Barcelona por uno de sus costados. Se dice que Barcelona está construida entre montaña, mar y dos ríos a cada lado.
Uno de los puntos geográficos habituales que se puede observar desde muchos puntos de la ciudad es justamente la montaña del Tibidabo, y en especial, el parque de atracción y la basílica situada en su cima.
De hecho, la montaña es parte del parque natural de Collserola, la cordillera que une Barcelona con el interior.
La cima de la montaña ha sido un lugar históricamente relevante para la ciudad, ya en la edad media había situada una pequeña ermita en lo más alto, que aún se puede continuar visitando, ya que cuando construyeron la gran basílica que hay en la actualidad, se conservó aquella pequeña ermita en uno de los costados.
Pero quizá, lo que más llama la atención de la cima es el gran parque de atracciones que podemos encontrar. Es uno de aquellos parques de atracciones que surgieron en el siglo XIX por toda Europa con la entrada de la modernidad, y Barcelona no fue una excepción en ello.
Si no somos mucho de atracciones, se puede disfrutar de unas vistas espectaculares de toda Barcelona sin necesidad de entrar al mismo, y visita la gran basílica.
Una de las salidas más habituales de los barceloneses es subir hasta la cima del Tibidabo por alguno de los accesos disponibles. Por ejemplo, el antiguo tranvía Blau, último vestigio de los antiguos tranvías, y que hace su trayecto hasta llegar al funicular, con el que realizar el último tramo.
Esta combinación hace de la excursión al Tibidabo un buen aperitivo para otras visitas por toda la ciudad.
Los que realizan todo el trayecto tienen la recompensa de un gran balcón por el que ver toda la ciudad, y también, si son unos enamorados, dejar uno de esos candados de amor eterno.