
Para entender Barcelona se debe entender su larga y profunda historia. Los diferentes capítulos históricos de la ciudad marcan su devenir histórico, y también la forma en que se debe entender la forma en que se organiza hoy en día.
Como indica el título, se trata de una introducción a la historia de Barcelona, en ningún momento se pretende hacer un recorrido por su amplia y rica historia, ya que eventualmente sería redactar un libro completo a parte.
Así que el objetivo de esta pequeña introducción a la historia de Barcelona es que un visitante entienda dónde está, y el porqué de los lugares que piensa visitar.
Para empezar, la ciudad de Barcelona tiene origen romano: Barcino. Esta ciudad se construyó como resultado del proceso de romanización de la península ibérica, y sin duda, marca toda la historia posterior de la ciudad.
Habían poblados ibéricos en la zona de construcción de la ciudad, aunque estos poblados siempre estaban situados en colinas. Se piensa que había un poblado en la actual montaña de Montjuïc, y aunque no sea Barcelona de forma administrativa, hay un poblado muy bien conservado en el Puig Castellar (Santa Coloma de Gramenet).
Esta ciudad romana marca lo que vendría a ser el núcleo de la que después sería la ciudad gótica y medieval. No tiene secreto, era una ciudad cuadrada, con dos calles principales que la atravesaban, con una zona de foro y un templo principal.
Por tanto, en la zona central de la ciudad se pueden encontrar muchos vestigios de esta antigua etapa romana.
Investigaciones recientes indican que el mar estaba más cerca de la ciudad, y por tanto, habría un puerto.
Barcino no era una ciudad demasiado importante, las ciudades de Tarraco (Tarragona) o Emporion (Empúries) eran mucho más importantes, la primera de ellas llegando a ser capital del Imperio Romano durante unos años.
Una curiosidad es que Barcino era muy famosa durante el Imperio Romano por su gran producción de marisco. Se han encontrado restos de marisco de Barcelona a lo largo de todo el imperio, y en la propia ciudad de Barcelona, también se localizaron grandes cantidades de restos, en lo que seguramente fueron basureros.
Pero la importancia de la etapa romana de Barcelona es total y absoluta. Porque explica el porqué una pequeña ciudad romana provinciana se convertiría en la capital de todo el territorio alrededor de la misma, y pasaría a ser una de las ciudades más importantes del mediterráneo.
Los habitantes romanos de la ciudad, decidieron hacer algo que muchas otras ciudades no hicieron: construir las murallas más grandes y solidas posibles para la tecnología de la época.
Así, Barcelona pudo sobrevivir a los ataques de las tribus bárbaras durante los oscuros años de la caída del imperio romano.
Al contrario que otras ciudades del entorno, que fueron quemadas y saqueadas, las imponentes murallas romanas de Barcelona resistieron, y de hecho, hacían pasar de largo a los atacantes, que eran incapaces de atacar ciudades bien fortificadas.
Fue así, como poco a poco la ciudad de Barcelona adquirió importancia y ventaja respecto a otras ciudades.
Ya durante las invasiones bárbaras, se convirtió durante algunas décadas en capital del nuevo reino de los visigodos, convirtiéndose poco a poco en un centro económico importante por la seguridad que ofrecían sus murallas y el acceso al mar.
Todo cambió con la invasión de la península por parte de los musulmanes, que llegó hasta Barcelona.
La ciudad cayó durante pocas décadas en poder de los musulmanes, y rápidamente fue recuperada por fuerzas cristianas. Pero con todo ello, Barcelona se convirtió en la ciudad más importante en la frontera entre dos mundos: el católico y el musulmán.
De hecho, fue un nuevo imperio el que ayudó en esta recuperación: Carlomagno.
Es un dato muy importante, porque al contrario de otras zonas de la península, Barcelona y Cataluña han tenido una relación estrecha con el mundo europeo a través de Francia, factor que siempre ha hecho que los habitantes de Barcelona miren más hacía el norte que hacía el sur, y que se creará una nación diferente a la castellana o portuguesa.
Es Carlomagno quien funda la “Marca Hispánica”, un conjunto de pequeños condados, barones y señores feudales menores, que juntos y bajo la ayuda y tutelo de Carlomagno, se constituyen en una especie de tapón defensivo para que los musulmanes no continúen empujando hacía el norte y entren en tierras francesas.
En entonces cuando se forma el carácter y forma de ser los catalanes, con Barcelona siempre al frente. La ciudad será la capital del condado de Barcelona, que será siempre el más potente de la “Marca”, y su conde, a través de matrimonios y conquistas, irá ampliando su influencia hasta unificar lo que hoy vendría a ser la mitad norte de Cataluña.
Todo este territorio, por ser frontera y escenario de numerosas batallas, es inseguro y poco poblado. Solamente las murallas de Barcelona ofrecen resistencia.
Así que Barcelona será también la encargada de ir poblando muchos territorios que se han quedado despoblados. Es importante para entender la influencia de la ciudad en toda Cataluña.
Pasan los siglos y toda esta zona se consolida como un núcleo con una lengua (el catalán) y señores feudales propios.
Llega un momento en que Barcelona tiene suficiente poder económico y militar que poco a poco empieza a dejar de lado la influencia y dominio francés.
Es cerca del año 900-100 cuando el condado de Barcelona empieza a actuar de forma independiente. No hay una gran batalla o un hecho histórico que produzca esta independencia.
La distancia física respecto a Francia, el poco poder en el territorio de los reyes, y los problemas internos de los franceses hacen que el proceso de independencia sea progresivo y lento.
Al no ser un reino, ese conjunto de condados de frontera, se van agrupando bajo la tutela del conde de Barcelona, y todo el territorio empieza a denominarse “Principado de Catalunya”. Algo parecido a los principados rusos medievales.
El poder comercial y económico de Barcelona impulsa estos territorios, que poco a poco ganan terreno a los reinos musulmanes del sur de la península.
Un hecho importante en la historia de Barcelona es cuando se decide la unión del condado de Barcelona con el Reino de Aragón.
La unión, vía matrimonio, de estos territorios darán como resultado la Corona de Aragón. Pero no se trata de un reino unificado, con lengua y leyes únicas. Cada uno de los dos territorios mantiene total independencia, sus leyes y lengua.
De hecho, durante siglos los reyes “aragoneses” tendrán como lengua materna el catalán, y como sede de su poder Barcelona, pero jurarán las leyes del antiguo reino de Aragón.
Se trata de una confederación de diversos territorios. Muy al estilo de la edad medieval, dónde el concepto “nación” y “estado” son difusos, y más en un territorio de frontera.
Es una época llena de aventuras, guerras y acontecimientos, pero de forma resumida, ese pequeño Principado de frontera, ahora parte de un Reino, inicia con sus reyes la conquista de territorios a los musulmanes, dónde una vez expulsados, se colonizan con población del norte.
Es importante porque explica el motivo por el que el catalán se habla en diferentes territorios, y la influencia de Barcelona en todas estas nuevas conquistas.
Son los mejores momentos de Barcelona durante la edad media. Su poder comercial, sus atarazanas dónde construyen barcos comerciales y de guerra sin parar, así como sus leyes propias que benefician el comercio y la riqueza, hacen de Barcelona y Aragón una de las potencias mediterráneas del momento.
Es entonces cuando taponados por Castilla en el sur, los catalanes se lanzan a la conquista de todo el Mediterráneo, llegando incluso a establecerse durante algunas décadas en Atenas y Grecia.
Pero esta prosperidad empieza a decaer por el empuje de los otomanos y la competencia con republicas como Génova o Venecia.
Barcelona cae en cierta decadencia, y Valencia se convierte en el centro la Corona.
El descubrimiento de América y la decadencia del mediterráneo como eje comercial central del mundo convierten a Barcelona en una ciudad de segunda en el teatro del mundo.
La unión de Castilla y Aragón, en lo que será el embrión de la futura España, también marca esta decadencia. Aunque si bien es cierto que los dos reinos se “unen”, los diferentes territorios del mismo continúan siendo de facto independiente.
El Principado de Cataluña conserva su moneda, lengua, leyes e instituciones, y hasta el 1714 continuaran decidiendo su futuro con una independencia casi total.
Los diferentes monarcas de la llamada Monarquía Hispánica, seguirán visitando Barcelona al inicio de sus reinados, para jurar sus constituciones y leyes. La mayoría ya no volverán a pisar Barcelona durante sus reinados.
Barcelona no volverá a ser centro comercial hasta siglos después. De hecho, revueltas, guerras, epidemias y malas cosechas hacen que el territorio se vuelva pobre.
Haciendo un salto, Barcelona no volverá a ser centro de las noticias en Europa hasta la guerra por la sucesión del Imperio Español entre borbones y austriacos del 1700.
En esta guerra, Cataluña y su capital Barcelona se decantan por apoyar al pretendiente de la casa de Austria. Esta decisión explica muchas cosas del carácter y la forma de ser los barceloneses.
Celosos de su independencia y sus leyes, el candidato de la casa de Austria, promete respetar las leyes y constituciones catalanas, así como permitir el comercio de Barcelona con América, y otras muchas ventajas.
Por el contrario, el candidato borbónico, procede de la cultura del Rey Sol francés, que busca la unificación de leyes y lenguas de todos sus reinos.
Estamos en pleno proceso de la creación de Estados y del absolutismo, dónde ya no encajan las medievales estructuras e instituciones catalanas.
Esta guerra finaliza con la victoria del bando borbónico. Es en el territorio catalán dónde la guerra es muy cruda y violenta. Los ejércitos castellanos y francés, tienen una política de tierra quemada, saqueos y quemar pueblos.
El episodio final de la guerra es el sitio de la ciudad de Barcelona, que resiste heroicamente en solitario, abandonada por sus aliados, casi dos años a los ejércitos más potentes del mundo.
La caída de Barcelona se consuma el 11 de septiembre de 1714.
Este momento, es recordado y celebrado por los barceloneses. De hecho, el 11 de septiembre es el día nacional catalán, que recuerda la heroica resistencia de sus ciudadanos por el simple hecho de querer conservar sus constituciones y libertades.
La resistencia de los habitantes de la ciudad dará la vuelta al mundo, y llamará mucho la atención, al ser de las primeras manifestaciones nacionalistas de Europa. Serán pocas décadas después en las que todos los pueblos de Europa se levantarán por su libertades y lenguas.
La caída de Barcelona y la conquista castellana de Cataluña supone el fin de sus leyes, constituciones y libertades.
Durante los próximos siglos el nuevo estado español buscará acabar con todas estas particularidades de la proto-nación catalana, y los catalanes, con Barcelona a la cabeza, ejercerán una resistencia total a este proceso de unificación nacional.
Alejados de los centros políticos de decisión, y administrados por virreyes castellanos, los catalanes se centrarán en la economía, creando la base necesaria para ser uno de los pocos territorios del sur de Europa dónde la revolución industrial hará aparición.
En con los procesos de surgimiento de los nacionalismos en Europa que algunos burgueses catalanes deciden recuperar su lengua y tradición, creando pequeños núcleos de movimientos culturales.
Paralelamente a la decadencia del Imperio Español, Cataluña y Barcelona irán generando pequeñas dinámicas más parecidas a las europeas que no a las castellanas.
Estos elementos y las fortunas generadas en el nuevo mundo por muchos barceloneses, llevará a la entrada de Barcelona y de sus alrededores en una vorágine industrial, que comportaría también el ensanchamiento de la ciudad urbanísticamente, así como también el surgimiento de muchos movimientos culturales, políticos y obreros.
De aquella época son fruto obras como la Sagrada Familia, la Pedrera, etc. Todos estos edificios nacen del movimiento llamado “modernismo”, que siguieron muchos artistas catalanes, tanto en arquitectura como música y literatura, y que daría a Barcelona una base cultural que llega hasta nuestros días.
Barcelona es escenario de las más duras vagas, protestas y movimientos sociales, adquiriendo esa aura de ciudad luchadora y que protesta ante las injusticias. Es también el momento en el que empiezan a llegar inmigrantes provenientes de toda la península, configurando una demografía cambiante y llena de matices.
La cultura catalana sería desde entonces la suma de todas aquellas que buscan en Barcelona un futuro mejor, y que convierten a la sociedad barcelonesa en cosmopolita y abierta.
Ya en el siglo XX, Barcelona es el epicentro de las reivindicaciones nacionales de Cataluña. Lengua, autogobierno y respecto a la diversidad serán los puntales que llegarán hasta la actualidad.
Barcelona participa del movimiento obrero, del sindicalismo, así también de las disputas entre pistoleros de patronos y obreros. También en los cambios políticos que se van sucediendo en España.
Es durante la Segunda República española, que se proclama en las calles de Barcelona a poco de ganar los partidos republicanos las elecciones, que en Cataluña emerge un sentimiento nacional y de voluntad de ser.
Es entonces cuando se recupera la Generalitat, institución milenaria de autogobierno de los catalanes, y que representa los anhelos de los catalanes por gobernarse a ellos mismos.
La guerra civil y la posguerra se cebarán especialmente con Barcelona. Es la primera ciudad europea en recibir bombardeos contra la población civil, y de igual manera, el régimen fascista de Franco llevará a cabo una represión sistemática, tanto de aquellas personas próximas a movimientos obreros, como también a los movimientos catalanistas.
Será el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, el único presidente europeo escogido democráticamente por las unas fusilado por los fascistas en el ejercicio de su cargo.
La represión franquista es tal, que 2 de cada 3 militantes de partidos catalanistas son fusilados, siendo uno de los procesos más duros y más profundos e intensos de represión política post segunda guerra mundial.
Esto explica el carácter marcadamente antifascista de la ciudad de Barcelona, así como también su ansia y ganas de libertad, su lucha constante por los derechos humanos y en pro de la democracia.
Durante el franquismo la burguesía catalana se centra en los negocios, y la inmigración llega de forma desorganizada, huyendo de persecución política y del hambre de otros territorios de España.
En entonces cuando Barcelona crece sin orden, al amparo de la corrupción del régimen franquista, y en el que se construyen en cuestión de semanas, bloques y más bloques de pisos sin servicios que den respuesta a las necesidades de su población.
No es hasta la recuperación de la democracia a finales de los 70’, que Barcelona vuelve a respirar.
Pero es la celebración de los juegos olímpicos del año 92’ la que sitúa a Barcelona en el mapa, y se convierten en una de las ciudades más turísticas del mundo.
El evento deportivo transforma urbanísticamente Barcelona, que la saca del gris industrial y la llena de color, la abre al mar, y ordena barios enteros que luego serán la sede de empresas punteras, agencias europeas o hoteles. Una ciudad que de nuevo vuelve a mirar al mar.
En la actualidad, aunque Barcelona y el conjunto de Cataluña viven un momento político complejo, y una endémica falta de inversiones por parte de los gobiernos españoles, Barcelona continúa siendo la ciudad amable, abierta, cosmopolita y llena de vida que ha sido durante siglos.
Sirva esta pequeña introducción histórica, que ha dejado de lado muchos capítulos de su historia, una pequeña introducción para entender su realidad y actual posición en el mundo.