
El calendario actual como hoy lo conocemos ha sufrido innumerables cambios a lo largo de la historia. De hecho, este podía variar sustancialmente según la civilización, país o religión donde nos encontrásemos. En este sentido, desde Ciudades30 nos ha parecido de lo más interesante hacer un extenso repaso sobre la historia del calendario. Seguro que a muchos de vosotros os parece de lo más interesante.
El primer calendario solar nació en Egipto
No hace falta decir que Egipto fue una de las civilizaciones más modernas y avanzadas del mundo antiguo. Por tanto, sus calendarios también fueron de lo más revolucionarios que se pudieron ver por aquella época. Este se basaba en el movimiento que sufría el Sol a lo largo de todo el año, permitiéndoles saber con exactitud cuándo se iba a producir la crecida del Río Nilo. De esta forma conseguían cosechas de los más prosperas, incluso si las lluvias eran de lo más escasas a lo largo de largos periodos de sequía.
Sin embargo, debido a que los estamentos religiosos no querían reformar el calendario a largo plazo, es normal que este sufriese bastantes desfases a lo largo de los siglos. De una forma u otra, hay que decir que este primer calendario fue uno de los más modernos que se vieron por aquel entonces, dando una idea que la cultura Egipcia apostó siempre por los avances tecnológicos en cualquier tipo de ámbito.
Julio César introdujo los primeros cambios en el calendario
A lo largo de toda la época del Imperio Romano, el calendario tenía 304 días divididos en 10 meses. De esta manera, había que añadir un mes extra cada pocos años y así ajustar de nuevo todo el calendario. Esto provocó todo tipo de confusiones con el paso de los siglos como era de esperar.
Por ello, en el año 46 A.C , el Emperador Julio César ordenó hacer profundas reformas en el calendario con el objetivo de que fuese mucho más funcional y se ajustase así al curso del Sol. Este recibiría el nombre de “Juliano”, un calendario que volvería a tener 365 días divididos en doce meses. En este también se databan las estaciones meteorológicas junto al resto de festividades romanas de aquel momento.
Así mismo, para volver a equilibrar el desfase que sufrían la mayoría de los calendarios, en ese momento simplemente se añadió un día extra cada cuatro años, un fenómeno que a día de hoy es mundialmente conocido como año bisiesto. Por último, Julio César se vio obligado a añadir tres meses más a ese calendario para “reajustar” el desfase que hubo en siglos anteriores. También, propuso que los años empezasen en enero y no en marzo como venía ocurriendo tiempo atrás.
El calendario Gregoriano nació en 1582
Sin embargo, a pesar de la exactitud que ofrecía el calendario Juliano, no fue hasta el año 1582 cuando se vio el calendario exactamente igual al que hoy conocemos. Gracias a la Bula Clerical denominada como ‘Inter Gravissimas’, el papa Gregorio XII ordenó que en ese año entrase en vigor el calendario Gregoriano. En este se estipulaba simplemente que el 4 de octubre de ese año se daría un salto de 11 días para así reajustar todas las fechas.
A todo esto hay que añadir que se pondría un año bisiesto cada cuatro años. De esta forma habría 97 años bisiestos cada cuatro siglos, una cifra algo distinta del Juliano que estipulaba 100 años bisiestos cada cuatro.
Debido al gran poder que ejercía La Iglesia en aquel momento, la mayoría países católicos tomaron como referencia el Calendario Gregoriano hasta prácticamente la actualidad. No ocurría lo mismo con algunos países protestantes y ortodoxos, que tardaron incluso hasta seis u ocho siglos en implementarlo. De hecho, muchas de estas naciones prefirieron llamarlo “Calendario Juliano” en repulsa a la Iglesia de Roma.
El calendario actual se deberá revisar cada tres mil años
Una vez sabido esto, seguro que os surge la siguiente pregunta. «¿Es el Calendario Gregoriano complemente exacto?» Pues nada más lejos de la realidad. Aunque este es el calendario oficial en prácticamente todos los rincones del planeta, cada tres mil años tendrá que revisarse.
La razón de esto se debe a que la rotación del planeta Tierra es cada año un poco más lenta de lo normal. De ahí que nos veamos obligados a hacer un “reajuste” cada tres milenios. En definitiva, como habréis visto, el calendario como hoy lo conocemos ha sufrido de todo tipo de cambios, modificaciones y desbarajustes a lo largo de la historia. Aunque como hemos dicho, todavía queda mucho por avanzar para que este sea complemente perfecto.