
La leyenda habla de poderosas fuentes de energía que recuerdan el interior del volcán Snaefellsjökull, el glacial símbolo de Islandia, y no es para nada raro. En lugares como este, lejos de todo, aquello que no se puede comprobar se abandona a la intuición. La península de Snaefellsnes está al oeste de Islandia, 120 km de la capital del país, Reykajavík.
Aunque esté situada en los confines de Europa, nombre de la península Snaefellsnes se ha paseado por los rincones de todo el planeta. Irresponsable es Jules Verne, qué escogió este lugar para iniciar su viaje al centro de la tierra. La belleza propia de la península ha hecho el resto: Su magnífico parque nacional es una de las mejores atracciones naturales de Islandia.
Los geisers, las Cascadas de lava y los glaciales son sinónimo de Islandia. Las condiciones climáticas de esta isla joven aún en formación y sus entrañas volcánicas han dado lugar a un paisaje en que no crecen los árboles, pero la naturaleza se desborda. Un poderoso contraste en el cual radica la belleza del país.
El glacial Snaefellsnes se eleva más de 1400 metros sobre el nivel del mar. En días claros es visible desde la capital islandesa, jugada a más de 100 kilómetros de distancia. Otros días la niebla oculta su presencia y la mejor opción para compensar la espera es descubrir los paisajes de agua y tierra de la rodalía o acercarse a los pueblos de Arnastapi o Budir, que se encuentran en el camino principal que lleva a Snaefellsnes y dónde vamos a encontrar el descanso de los personajes creados por Verne. Todo aquel que llega hasta el glacial lo hace con el mismo objetivo: Verlo emerger entre el hielo y el cielo.
Imprescindible: Los fiordos del Oeste
El oeste de Islandia es la mejor expresión del carácter geológico de la isla y de sus principales valores naturales. La zona de los fiordos tiene grandes áreas deshabitadas que compensan la falta de población con una profunda belleza. Látrabjarg es un enorme acantilado en el cual las aves son las grandes protagonistas. Acompañando los recortes costeros se abren extensas valles y parajes como Hornstrandir, vinculado desde siempre a la brujería y el ocultismo por su remota situación geográfica.