
Los Acantilados de Moher son sin ningún tipo de dudas uno de los centros turísticos y lugar de interés más importante de toda Irlanda. Hasta aquí llegan visitantes de todo el mundo para admirar estos increíbles acantilados, que son todo un espectáculo natural indispensable en vuestra visita irlandesa. 203 metros de altura por encima del mar y hundidos de forma abrupta en el mar Atlántico, dan paso a una sucesión de poderosos y espléndidos colosos de piedra caliza, situados en rigurosa formación que nos dejara con la boca abierta. Si tienes la suerte de llegar un día de soleado incluso podrás ver muy a lo lejos las islas Aran y toda la bahía de Galway así como las colinas de Connemara. Vamos, todo un lujo.
Sólo llegar ya nos vamos a dar cuenta de la fama que tienen los acantilados de Moher, un parking enorme es el encargado de saludar a la afluencia de gente que no cesara durante todo el día. Podemos encontrar un gran centro de visitantes muy bien camuflado dentro de una colina. No solo tiendas, también restaurantes y exposiciones que nos ayudarán a entender la grandeza de los acantilados de Moher, especialmente orientado a los más pequeños de la casa.
No hay demasiado secreto en encontrar los grandes acantilados de Moher, los senderos y caminos de piedra nos llevarán a los principales puntos de interés, dónde podemos hacer las mejores fotos. Una buena forma de disfrutar de todos los acantilados de Moher es subiendo a la torre de O’Brien. Se trata de un mirador de la época victoriana. Una vez en esta torre vamos a tener unas privilegiadas vistas de todos los acantilados. Si bien la subida parece muy cansada, unos escalones nos harán la vida más fácil. Cualquier puede subir con un poco de ganas y aliento.
Algunas cosas a tener en cuenta en tu visita a los Acantilados de Moher
Lo más habitual es que los acantilados de Moher nos aparezcan ante nosotros protegidos por la niebla y siendo azotados vilmente por los vientos del Atlántico, imagen que bien puede ser del todo sobrecogedora. Concretamente, son unos 214 metros sobre el nivel del mar y una extensión aproximada de unos 8 kilómetros en esta escarpada superficie rocosa este llena de gaviotas y pájaros bobos.
Lo que más nos va a sorprender de los acantilados de Moher es justamente la diferencia y el contraste del mar llegando sobre ellos. Ya que es un espectáculo bastante diferente a lo que es habitual en las playas de Irlanda. Existen pocos acantilados tan famosos como este. Es por tanto un lugar de interés de primer orden el cual no podemos dejar de lado si realmente queremos tener una perspectiva global de Irlanda. Si nos molestan las muchedumbres siempre podemos seguir alguno de los caminos que se inician a partir del centro de visitantes, a lo largo de 5 o 10 km de distancia podremos encontrar mucha más tranquilidad para poder admirar el azote del mar sobre la piedra.