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Castell de Montjuïc

El castillo de Montjuïc está situado en la montaña con el mismo nombre, y ha sido parte integral de la historia de Barcelona durante toda su historia.

Muchos visitantes esperan que se trata de unos de aquellos castillos medievales imponentes, pero se trata más bien, de una fortaleza poco dado a los elementos arquitectónicos que podemos encontrar en muchos de los bellos castillos a lo largo de Europa.

No puede ser de otra manera, el castillo de Montjuïc ha realizado tareas militares hasta que en el año 2007 fue “devuelto” a la ciudad de Barcelona por parte de los militares.

Por tanto, estamos hablando de uno de los castillos militares en activo más longevos de la historia, y pocos ejemplos de castillos militarizados existen en ciudades europeas de primer orden.

Uno se puede dar cuenta rápidamente de los motivos, la pequeña montaña de Montjuic es visible des de gran parte de la ciudad de Barcelona.

De hecho, uno de los principales atractivos del castillo es un mirador de 360º en la que se puede ver toda la ciudad.

Ese elemento ha hecho que los primeros restos encontrados de actividad humana en la montaña sean prehistóricos, y de hecho, incluso se ha ido localizando evidencias de actividad humana de cada época histórica.

Fueron los ibéricos quien establecieron también algún asentamiento en ella, y los romanos también utilizaron la montaña para tareas de vigilancia.

Debemos pensar que la montaña más alta de Barcelona es el Tibidabo, y por ello, en Montjuïc se ha desarrollado más bien actividad militar, por su proximidad al mar y su orografía que la hace inexpugnable por el lado mar. La actividad religiosa o de segundas residencias siempre se ha reservado justamente para el Tibidabo.

Dicho esto, sí que resulta interesante que, por su aislamiento físico de la ciudad medieval, en su cima hasta el año 1640 hubo solamente una talaya de vigilancia, que avisaba a la ciudad en caso de llegada de naves hostiles por el mar.

Fue tras la guerra de los segadores, que se empezó a proyectar una fortaleza algo más compleja, y concretamente en el año 1640 se fortificó y amplió. De hecho, es una historia que explica muy bien la forma de ser de Barcelona.

En plena invasión castellana, los barceloneses construyeron en poco menos de 40 días una pequeña fortaleza defensiva, con unas piezas de artillería y lugar para un tercio de mosqueteros.

El 26 de enero de 1641 se produjo la batalla más famosa de Montjuïc (y de hecho de las pocas que han tenido lugar en el castillo), en el que los soldados catalanes lograron repeler un ataque de soldados de Felipe IV a pesar de ser superados en número. Es una de las batallas en el imaginario de la ciudad.

Este dato, nos hace saltar hasta el siglo XX, en plena guerra civil, el fascista general Francisco Franco, ordenó retrasar la toma de la ciudad hasta el día 26 de enero, justamente para “reparar” la gran deshonra que había supuesto la batalla del 1641.

Es entonces cuando empieza la funesta historia de Montjuïc, lugar escogido por los fascistas para encarcelar y fusilar miles de personas por el solo hecho de haberse mantenidos leales a la legalidad de la Segunda República Española.

Durante años, en el foso del castillo se repiten cada mañana fusilamiento. Aún hoy, no se sabe del cierto cuantas personas fueron ejecutadas, pero el número es simplemente aberrante.

El castillo se erige como un centro de dominio y de represión frente a la ciudad, y la ciudadanía da la espalda a la montaña y al castillo, por eso mismo, su recuperación y la eliminación de todos los vestigios fascistas del mismo, que aun en el 2007 los militares se habían negado a eliminar, fue una reivindicación continuada durante los últimos 40 años de supuesta democracia española.

En la actualidad, el castillo se ha intentado transformar en un espacio para la ciudadanía, como compensación por las barbaries y la represión vividas en él.

Miradores, parques, actividades, deporte… y por supuesto, uno de los lugares más turísticos de la ciudad por sus increíbles vistas.