
Copenhage es jazz y heavy metal
Lo norteño está de tendencia. No nos engañemos: toda comparativa con los países del norte de Europa nos deja a la altura del betún. Con lo que lo mejor es dejar de musitar y salir a conocerlo. Copenhague ofrece lo que es Dinamarca al turista experimentado, expectante de padecer frío y glamour. Y eludiendo la atrocidad de los cuentos de Hans Christian Andersen, uno debe reconocer que si bien imprescindible, no todo en Dinamarca es la Sirenita, el puerto de Nyhavn o bien caminar por Stroget (puedes verlo todo de una pasada en el autobus turístico). En Dinamarca lo que hay a raudales es música en riguroso directo. Desde la ópera a los bares de copas, Copenhague está infestado de festivales de nivel. Tanto les agrada la música a los daneses, que tienen 2 himnos nacionales.
Para el dos mil diecisiete, la primera cosa que hay que saber es que Metallica va a actuar allá en el mes de febrero. No solo es que su batería sea danés, sino además de esto van a estrenar el Royal Arena de Copenhague. Una disculpa doble para dar cabezazos con la melena mientras que se visita un sitio que promete ser inigualable.
Mas si lo tuyo es más suave, o bien el verano te relaja, dale al feeling de la improvisación y visita el Festival de Jazz de Copenhague en el mes de julio. Este año, mientras que gozas de una Carlsberg bien fría, vas a poder recrearte con las mejores jam session del instante, o bien desvariar con la historia que mana del piano de Herbie Hancock o bien la pasión, insensatez y genio de Jamie Cullum. Copenhague es música. Queda claro.
Amsterdam, diversidad en estado puro
Amsterdam podría definirse como la joya de la corona del viajante poco viajado. Por el hecho de que en el fondo tiene todo lo que buscamos: urbe afable, cultura, paseos por el río, canales… Y bicicleta, mucha bicicleta.
Indudablemente, aparte de la sobredimensionada fama de su distrito colorado y de la permisividad, lo que verdaderamente caracteriza a Amsterdam es la enorme cantidad de museos interesantes que tiene por metro cuadrado. La potencia y también relevancia del museo Van Gogh, del museo Rembrandt o bien de la casa de Ana Frank, hecha museo inspirador, culturizan hasta a aquellos que van a Amsterdam solo a enrojecerse los ojos o bien a caminar por sus millones de mercadillos.
Y si en primavera es obligatorio el disfrute de los canales y de los paseos en bici desde la Gran Estación central, pasando por la Plaza Dam, la Iglesia Nueva (la de Santa Catalina) y la Iglesia Vieja, no lo es menos acercarse al Festival DGTL, lo más de la música electrónica underground.
Ya antes de irnos, siempre y en toda circunstancia va a haber que pasar por la Heineken experience y saborear un sorbo de la historia de la que es probablemente la mejor cerveza del planeta. Probablemente.
La joya del Danubio: Budapest
Budapest acumula las mejores joyas arquitectónicas del centro de Europa. Son conocidos el Buda Castle Hill, el Parlamento, el Palacio Real (la vista desde un camino en barca por el Danubio es increíble), la Plaza de los Héroes o bien el impresionante puente de las cadenas, que unió por vez primera Buda y Pest. Mas si algo cala hondo en el recuerdo es la experiencia acústica que ofrece el Budapest Opera House, considerado de los mejores del planeta. Construido en mil ochocientos ochenta, acá puedes gozar de las óperas de Verdi, Puccini, Mozart, o bien Wagner (si eres veloz comprando tus entradas, pues vuelan). Para un plan más libre, hay que conocer Budapest Broadway, la zona de teatros, galerías y marcha nocturna. Y para los que les va es la marcha de veras, lo propio es ir en el mes de agosto al Sziget Festival, uno de los mayores festivales de música al que asisten la crême de la crême del panorama internacional. A lo largo de una semana, prácticamente quinientos mil de personas gozan de las actuaciones de artistas emergentes, conjuntos locales de tendencia y números uno. Por su lado, los amantes del vino hallarán una cita imperdible en el Festival Internacional de Vino de Budapest (Budapest International Wine Festival).
Burdeos: la celebración del Vino
Si charlamos de destinos vitivinícolas, en solo unos años La Celebración del Vino de Burdeos se ha transformado en EL acontecimiento enoturístico por antonomasia. La “Fête du vin” se festeja allá desde mil novecientos noventa y ocho cada año pares en torno a 2 datas claves: el veintiuno y el veinticuatro de junio, coincidiendo con el solsticio estival, la Celebración de la Música y la Celebración de San Juan. Para mayor gloria, el acontecimiento se sitúa en los muelles a ribera del río Garona, un regalo para los sentidos. Asimismo famosa como la pequeña París, Burdeos ofrece cultura, gastronomía y arquitectura con vistas al Atlántico; no en balde es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. No permitas que te lo cuenten por el hecho de que solo lo comprenderás si lo vives en persona.
Edimburgo: castillos y festivales
Escocia es más que Edimburgo, y es uno de esos destinos que apresan. Todo el que viaja a Escocia vuelve sintiéndose un tanto escocés, e inclusive alabando su climatología, por el hecho de que, ¿quién desea regresar a los agobios del sol y la playa cuando uno ha gozado de los matices del verde, la humedad, el buen whisky y el humor inteligente de los escoceses? Exactamente para huir del piso en Benidorm, de los mejores instantes para viajar a Escocia es en el mes de agosto, cuando la urbe lúcida al ton y al son del Festival Internacional de Edimburgo. Los mejores artistas del planeta, noche tras noche, sintiéndose más scottish que el whisky y vibrando como un mismo corazón con todos y cada uno de los foráneos que allá se concentran a lo largo de 3 semanas. Naturalmente, ya antes de ir a desgañitarte al festival es conveniente ponerse la capa de invisibilidad de Harry Potter y recorrer todos y cada uno de los callejones de Old Town, su Castillo y su casco medieval. Si algún oriundo te descubre, no te dejará salir de ahí sin haber probado la cerveza negra y las galletas de mantequilla. Y más vale, por el hecho de que no hacerlo sería pecado.